La ruta funeraria de Morazán, 16 años para cumplir el deseo del paladín de Centroamérica

Periodista Nadia Mendoza, Presencia Universitaria

Un 15 de septiembre de 1842, el general Francisco Morazán fue fusilado en Costa Rica, pero sus restos finalmente llegaron a su destino 16 años después de su muerte, cumpliendo con la petición del prócer de ser enterrado en El Salvador.

En una edición más de Rutas Históricas, el docente Arnulfo Ramírez de la Costa, con el propósito de fomentar la identidad mediante el conocimiento de la historia, desarrolló el tema “La ruta de la urna funeraria de Francisco Morazán”, mediante el cual relató un poco de los últimos años de Morazán y cómo finalmente logró descansar donde lo solicitó mediante su testamento.

“En el testamento, Morazán solicitó que sus restos fueran llevados a El Salvador que fue el país que lo apoyó en gran medida”, contó Ramírez de la Costa, quien contextualizó que luego de su autoexilio en Panamá, el prócer regresó a Costa Rica con la intención de reunificar Centroamérica, por lo que el 11 de abril de 1842 tomó la provincia de la Alajuela y San José con 2,500 hombres, no obstante, cinco meses después fue fusilado.

En su testamento ratificó su ideario por la unión centroamericana: “Declaro que no he merecido la muerte, porque no he cometido más falta que dar libertades a Costa Rica y procurar la paz de la República... mi muerte es un asesinato, tanto más agravante cuanto no se me ha juzgado ni oído”, reza el documento.

Luego de su muerte, el gobierno salvadoreño comenzó a hacer solicitudes para recuperar los restos de Morazán y, el 3 de marzo de 1848, 6 años después de su deceso, el Congreso de El Salvador presentó una petición pidiendo, de forma desesperada, que realizaran los trámites para la repatriación del cuerpo desde Costa Rica hacia El Salvador.

El recorrido de sus restos inició en Puntarenas, Costa Rica, en 1849, desde donde salió con rumbo a Acajutla, pasando por Sonsonate, Santa Ana, mejicanos, Cojutepeque hasta finalmente llegar a San Salvador en 1858.

“La decisión del gobierno costarricense de entregar los restos de Morazán no fue tan espontanea, pero el gobierno de El Salvador se esmeró en obtenerlos, tardando 9 años en llegar a San Salvador, porque en cada uno de los sitios recorridos, los restos se quedaron algunos años”, comentó Ramírez.

Por ejemplo, en Sonsonate, los restos de Morazán se guardaron un tiempo en la iglesia principal, a la espera de que el gobierno ordenara su traslado a la capital, y en 1850, la ciudad de Santa Ana, que conservaba todavía los restos, aprovechó la correspondencia entre las fechas para asociar al héroe con la celebración de la Independencia.

“El 15 de septiembre se reserva para la celebración de la Independencia, mientras el 16 se dedica al homenaje al héroe, en presencia de las autoridades de la ciudad, eso demuestra la importancia y cariño que le tenían a Morazán en la ciudad de Santa Ana... En cada lugar por el que pasó fue recibido y despedido con todos los honores”, relató el docente.

Agregó que en el centro histórico de San Salvador hay un monumento a Morazán e incluso hay un departamento con el nombre de Morazán, y justamente cuando el presidente Nayib Bukele fue alcalde, se remodeló el centro destacando a este héroe de Centroamérica.

Los restos de Morazán se encuentran en el Cementerio de los Ilustres, espacio que contiene más de 400 tumbas pertenecientes a importantes familias y personajes distinguidos de la sociedad salvadoreña. “La tumba de Morazán es una de las que más llama la atención”, aseguró el historiador.