Rafael Andino, el docente carismático de peculiar cabellera

San Pedro Sula. Con el devenir de los años, la sociedad ha intentado agregar una especie de calificativo a aquella persona que se decide embarcar en el camino de la enseñanza. Hemos pasado de llamarlos profesores, mediadores, facilitadores a modelos e incluso autores de cambios.

Por esa razón, el equipo de Comunicaciones de UNAH-VS, se tomó el atrevimiento de dar a conocer como es un docente “Orgullo Puma”, otorgándole la siguiente etiqueta que, aunque innecesaria, es pertinente; Fernando Rafael Andino, es de esos educadores escasos pero valiosos: es un generador de cambios.

En esta edición del Puma de la Semana te presentamos la historia del ingeniero industrial, quien ha destacado por sus múltiples logros académicos y además se ha convertido en un icono en la comunidad universitaria por una peculiaridad estética: su encrespada cabellera.

El catedrático con 37 años de experiencia, nació en la ciudad de San Pedro Sula el día 6 de septiembre de 1955, hijo del señor Fernando María Andino y la señora Zoila Natalia Fuentes.

Cursó sus primeros tres años de escolaridad en la escuela República de Cuba, luego fue trasladado a la escuela Ramón Rosa donde finalizó su primaria. La educación media la inició en el colegio Debe y Haber, pero decidió culminarla en el Instituto Técnico Alemán.

Al terminar su secundaria inició sus trámites para matricularse en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el Valle de Sula, antes llamado Centro Universitario Regional del Norte (CURN), sin embargo, en ese entonces, no aceptaban los títulos técnicos para ingresar. Es por eso que optó junto con un grupo de compañeros culminar el bachillerato de noche.

Posteriormente por cuestiones de trabajo se muda a Tegucigalpa y continúa con sus estudios allí, donde logra graduarse del Instituto Cultura Nacional.

El año de 1977 fue muy importante para él, ya que inicialmente deseaba estudiar ingeniería Eléctrica, pero no estaba dentro de la oferta académica de este campus, decidió formar parte de un comité para realizar el análisis curricular tratando de buscar la manera de aprobar dicha carrera.

El resultado que se obtuvo fue el diseño del plan de estudios de Ingeniería Industrial, de esa manera inicia su camino dentro del mundo especializado en la gestión de operaciones.

La comisión estaba integrada por la máster Brenda Hulse, quien fue su mentora y le brindó su ayuda en todo momento, “Siempre estuvo pendiente de mi aprendizaje, ella me apoyo mucho durante mis estudios en la Universidad”, recordó con nostalgia Andino.

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Abriendo Caminos

Su primer desempeño como profesor fue en el año de 1981, en calidad de alumno, decide participar en un concurso y logró ser técnico docente en la Universidad del Valle de Sula, un año después fue tesorero de la asociación estudiantil de ingeniería industrial.

Fue al finalizar la carrera que comenzó a dar clases de Física 100, Física 200, para el área de la Medicina 110 y 111 y actualmente imparte Física General para el área de las ingenierías.

Su instinto inquieto no le permitió descanso, por lo que se propuso a sus 59 años estudiar la maestría en Física la cual está a punto de culminar satisfactoriamente donde muchos de sus compañeros fueron alumnos y ahora comparten esa experiencia con él, demostrando así que la edad no es impedimento para luchar por lo que se anhela.

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Maestro de vida

El catedrático de abundante cabellera, como es conocido entre sus alumnos, laboró por 25 años como Ingeniero de Proyectos en la empresa Industria de Transformaciones Eléctricas donde gracias a su capacidad se convirtió en el Gerente de Proyectos y además logró poseer el 10 por ciento de las acciones. No obstante, su gusto por la docencia hizo que tiempo después tomará la decisión de retirarse para dedicarse a la enseñanza; aspecto que siempre le interesó.

Dentro de sus recuerdos de infancia tiene siempre presente los valores que sus padres le inculcaron y que hoy lo definen como un hombre trabajador y optimista, además expresó, “Éramos nueve hermanos, tres varones y seis mujeres, así que de niño me tocó en algún momento jugar rayuela y jackses con mis hermanas, debido a que eran mayoría”, recordó entre risas el aficionado de la ciencia ficción.

Hombre simpático, sencillo y entregado a su labor docente, cumplirá 40 años de casado con su esposa a quien conoció cuando ambos estudiaban su carrera universitaria, con quien procreó dos hijos y quienes son su orgullo, “Espero dentro de muy poco ser abuelo (risas), ya a esta edad deseo conocer a mis nietos y jugar con ellos”, comentó emocionado.

“Me siento muy orgulloso de mi padre, porque a pesar de su edad no deja de estudiar y nos demuestra que si uno se lo propone no hay impedimentos para salir adelante. Él es un hombre muy calmado pocas veces se le ha visto enojado, siempre anda con su sonrisa que lo caracteriza”, comentó su hijo el ingeniero Fernando Andino, quien en la actualidad estudia licenciatura en Matemáticas en la Universidad del Valle de Sula.

Uno de sus pasatiempos favoritos es la jardinería, “Junto con mi esposa tenemos un pequeño jardín donde tenemos algunas flores exóticas, también me gusta la música clásica la cual comencé a disfrutar cuando entré a la universidad, y me encanta todo lo relacionado con la astronomía”, afirmó.

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Anécdotas y vivencias

Comentó que su mayor motivación es el apetito por conocer otras cosas y descubrir lo maravilloso que posee el universo y que muchos desconocen, señaló que se asombró cuando descubrió que el electrón podía estar en dos lugares al mismo tiempo y cosas como esas son las que ansía sus alumnos también las conozcan.

Comprometido con su trabajo y con los estudiantes, ha desarrollado los procesos educativos y las reformas que se han implementado alrededor de estos años en UNAH-VS. “Creo que los estudiantes deben tomar decisiones operacionales que les permitan desarrollar los ejercicios de sus clases de una manera más creativa y propositiva”, aseveró el ingeniero de 63 años.

“Yo creo que la razón por la que sus clases resultan tan buenas es porque la clase no es solo de él, es decir, todos nos vemos envueltos en ella que es capaz de hacer un trabajo colaborativo en el que aprendemos incluso sin darnos cuenta, y tenemos el espacio de hablar de muchas cosas que nos generan conocimiento sobre múltiples áreas, expresó con agrado Karla Castellanos quien fue una de sus alumnas durante su época como estudiante universitaria.

Al preguntarle por una de las anécdotas que más recuerda con sus educandos,  inmediatamente se le dibujó una sonrisa en su rostro y dijo, “Recuerdo que un estudiante se quedó en una de mis clases con 62%, tiempo después el joven se me acercó y me explicó que le había comentado a su padre lo sucedido, a lo que este le respondió que él se había quedado en la misma clase con 59% ya que también fue mi alumno (risas).

El ingeniero de profesión y maestro por vocación, mencionó que su mayor satisfacción es ver a los nuevos profesionales al servicio del verdadero cambio sin dañar la naturaleza ni a las personas.

Añadió “Mi gran miedo es que la muerte me llegue sin poder haber hecho lo suficiente y no poder gritar como dice Pablo Neruda “Confieso que he vivido”.

Al ser consultado sobre su singular estilo de lucir su cabello comentó “De joven siempre anduve el pelo así nada más que más corto, recuerdo que una vez que iba a cumplir 60 años decidí dejar de cortármelo ya que no estaría expuesto a los tableros energizados, lucir así es un plus sobre mis contemporáneos ya que muchos a mi edad están calvos”.

Además, agregó que en una ocasión un agente de tránsito lo bajó del vehículo, preocupado pensó ¿qué pasará?, cuando se le acerca dice, “Disculpe es que me quiero tomar una foto con usted”, “Yo no tengo mayor problema con eso me alegra saber que alguien se divierte sin gastar nada”. Concluyó entre risas Andino.

Expresó que las situaciones difíciles son un aprendizaje doloroso, pero siempre de una u otra manera hay una solución.

Su forma entretenida al hablar, riendo con cada palabra se asemeja a la manera en la que ha llevado su vida, cumpliendo uno a uno sus sueños con satisfacción.

 

Escrito por: Kimberly Chinchilla