Rector Fernández brindó conferencia: Cleptocracia, Lawfare y Estado de Derecho en Honduras, la captura institucional como fenómeno político jurídico contemporáneo

Cintillo1701

Por: Kelssin Vásquez

 Con un auditorio lleno de autoridades académicas, docentes y estudiantes, así como invitados especiales, el rector de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) Odir Fernández, brindó la conferencia magistral denominada Cleptocracia, Lawfare y Estado de Derecho en Honduras, la Captura institucional como fenómeno político jurídico contemporáneo, durante el cierre del Congreso de Investigación y Posgrado UNAH 2025 (CIP UNAH-2025), realizada en el UNAH Campus Cortés.

Por la importancia de la ponencia dictada por el rector Fernández para el presente momento que vive la nación, Presencia Universitaria comparte en esta oportunidad, su contenido de manea integra a continuación: Gracias por el tiempo, por el espacio. Jóvenes, les prometo no aburrirlos porque van a estar parados. Agradezco eso y voy a esforzarme para no aburrirlos.

Sé que una parte de esto la abordamos hace un par de meses, hablando de lo que es la Cleptocracia. Agregamos el Lawfare y el Estado de Derecho en Honduras: la captura institucional como fenómeno político-jurídico contemporáneo. Ojo, me voy a enfocar estrictamente en la parte académica.

Esto es una discusión eminentemente académica que hoy nos corresponde a nosotros, como universidad, abordar. Son dos capítulos de un libro que próximamente se va a publicar, en el que he estado trabajando. Hemos tratado de sacar unos extractos para trasladar esa conciencia ciudadana desde una perspectiva jurídica, enfocada en el derecho penal y el derecho constitucional .

Vean ustedes, como antecedente o introducción, que vamos a partir de la conceptualización de lo que verdaderamente es el derecho, de dónde viene el derecho, como concepción moderna del constitucionalismo liberal. Establecemos que el Estado de derecho no perece necesariamente por la fuerza de las armas, sino que hoy se muere, principalmente en nuestro país, por la corrupción: la propia y la legalizada, que hoy está en los diferentes estratos del Estado. Es decir, la legalización de la corrupción.

Cuando el poder logra controlar las instituciones de garantía, la Constitución se mantiene en papel, como hoy está, pero muere verdaderamente en la práctica. Hoy todos decimos que tenemos derecho a la vida, pero por un celular nos matan en la calle. Hoy decimos que prevalece el principio de legalidad del Estado de Derecho, pero en cualquier momento nos privan de la libertad porque a alguien se le ocurre, y no hay garantías propiamente.

Eso, como parte introductoria, nos permite abordar el derecho como un campo de poder. Las sociedades latinoamericanas presentan una característica: están marcadas por una gran brecha de desigualdad y por estructuras históricas de privilegio. El derecho ha funcionado muchas veces como una herramienta de control social y político, más que como una verdadera garantía de libertad. Hoy vemos que el derecho se instrumentaliza.

Si no, veamos: vamos a interponer una denuncia, y quienes lo han hecho saben que muchas veces no pasa absolutamente nada. Pero da la casualidad de que cuando otros denuncian, de la noche a la mañana se resuelve un tema. Entonces, el derecho ya no se vuelve una garantía de protección para la sociedad, sino un mecanismo de control para ciertos actores.

El derecho en América Latina fue concebido como un sistema de exclusión y no se diseñó para incluir al pueblo, sino para mantenerlo subordinado. Hoy el derecho no necesariamente protege; Estamos llenos de normativas —más de tres mil vigentes en el país—, pero no todas se aplican, y muchas funcionan como mecanismos de exclusión.

 Podemos decir también que el derecho funciona como límite y como máscara. El constitucionalismo moderno se basa en que el poder debe estar limitado por la ley. El artículo 321 de la Constitución de la República establece que los funcionarios y empleados públicos no estamos investidos de más atribuciones que las que la Ley contempla. No obstante, algunos actúan más allá y al margen de la ley. La historia política latinoamericana lo demuestra.

Muchos hablan de democracia, pero finalmente esta no existe como tal, sino que se reduce a las decisiones de unos pocos. El derecho actúa, entonces, en dos supuestos: como límite civilizatorio —un tema de garantía— y como instrumento de dominación . Esa es la paradoja latinoamericana: hablamos de constituciones robustas, pero frágiles en la práctica.

Muchos dicen que la Constitución hondureña tiene más de cuatro décadas y que hay que cambiarla. Pero nada garantiza que al hacerlo se respetarán más los derechos. El problema no radica necesariamente en los instrumentos jurídicos, sino en las personas que los interpretan. Lo hemos visto con la reelección presidencial, prohibida por un artículo pétreo, pero que igualmente se violó .

En el fondo, el problema no es el documento, sino las personas que lo manipulan. Vemos una Corte Suprema de Justicia que interpreta según los intereses del grupo que está en el poder. Esto no solo ocurre en Honduras; ejemplos emblemáticos sobre: ​​Venezuela , El Salvador , Guatemala. Izquierda o derecha, el resultado es el mismo: autocracias y dictaduras que, aunque parezcan funcionales, son bombas de tiempo.

En Honduras, los casos de nombramiento de fiscales, magistrados, la expulsión de la MACCIH, la criminalización de la prensa y los líderes políticos muestran ese deterioro institucional.

Entrando ya a las conceptualizaciones, la Cleptocracia y el Lawfare son fenómenos distintos en su naturaleza. Uno representa la captura del Estado —la utilización de los recursos públicos para beneficio propio—, y el otro, la degradación del Estado de derecho . Ambas son patologías del constitucionalismo contemporáneo , es decir, anomalías del derecho constitucional moderno .

En la Cleptocracia, se utiliza el recurso público para campañas políticas; se normaliza el uso de los fondos del Estado con multas particulares. Es un fenómeno que no pertenece a un solo gobierno o partido, sino a todo el sistema político. Cambian los actores cada cuatro años, pero no las prácticas. Hemos normalizado la corrupción hasta el punto de aceptarla.

Decimos: “Voy a votar por este porque nunca ha robado”, o “que robe poco, pero que haga algo”. Esa es la normalización de la corrupción. Así se consolida un modelo político y jurídico de dominación basado en la corrupción estructural y en la instrumentalización del Estado para la acumulación privada del poder y la riqueza, donde la legalidad se convierte en la coartada del saqueo público .

Cada cuatro años hay nuevos millonarios, mientras el pueblo sigue endeudado. Nuestros nietos, incluso antes de nacer, ya deben dinero. 

Como terminología y como categoría académica: desde la perspectiva penal, se examina el uso del Derecho Penal para perseguir opositores. Aquel que levanta la cabeza, le corto la cabeza; le echo la Corte, le echo el Ministerio Público. Le inicio un proceso de investigación y, como tienen pecados, mejor agachan la cabeza y se quedan callados. 

Desde la perspectiva del Derecho Constitucional, se analiza el Lawfare , de que el Lawfare vulnera la independencia judicial y la separación de los poderes. ¿Pero saben qué es lo que verdaderamente vulnera el Lawfare? Nuestras garantías constitucionales. Porque hoy no estamos en eso, pero en algún momento lo podemos vivir: que nos agarren y digan «usted es culpable», no hay debido proceso, no hay derecho de defensa; se vulneran las garantías procesales contempladas en la Constitución . No hay derecho de petición — artículo 80 de la Constitución — usted va a dejar presentar una solicitud y no se la reciben. Entonces, hoy por eso decimos que está vulnerándose el constitucionalismo propiamente, porque se adoptan decisiones y se instrumentaliza la institucionalidad.

Desde la perspectiva mediática , se observa la alianza entre medios y justicia para construir narrativas de culpabilidad . Hoy vemos que hay un sesgo , hay una polarización : hay medios de izquierda y medios de derecha; los de izquierda le vuelan duro a uno y los de derecha le vuelan duro al otro, pero en el periodo pasado eran los anteriores los que estaban de un lado y los otros del otro. Es una realidad. Desde la perspectiva mediática nosotros vemos el avance del Lawfare. Y yo le agregado más: no solo los medios de comunicación. 

Hoy las redes sociales tienen un elemento en donde usted es culpable. Si a usted le cae mal a alguien, aquel se arma un perfil y dice que usted es un violador, y después dicen que es el violador y nadie le ayuda a recomponer el honor. Pero esa es parte de esas perspectivas que hoy se están visibilizando.

Y desde la perspectiva sociopolítica se entiende el Lawfare como fenómeno estructural de poder en democracias frágiles . Hoy podemos afirmar que nuestra democracia es frágil, muy frágil, porque estamos preocupados hoy si hay elecciones o no hay elecciones. Algunos decimos «es que no hay», otros decimos «sí va a haber», pero eso representa únicamente la fragilidad de la democracia. Porque en otros lados usted dice: aunque aquellos se agarren de la greña, hay elecciones. Pero esa es la fragilidad que nosotros observamos en la democracia , porque hoy esta figura de cleptocracia y del Lawfare ha venido a impactar en nosotros. Vemos que el avance de esa terminología ya lo ha llevado un análisis a la Corte Interamericana de Derechos Humanos .

Hoy es parte de ese análisis: la Corte ya lo está analizando, lo ha comenzado a estudiar y el Lawfare ha ingresado formalmente al léxico del Derecho Público. Hoy el Derecho Público lo contempla, transformándose en una categoría necesaria para comprender los nuevos mecanismos de dominación en los estados posmodernos. No es un invento; sí existe, hoy forma parte del diccionario —se utiliza poco, sí—, pero ya tiene una definición como tal.

Entonces aquí vemos un pensamiento crítico: desde mi perspectiva, el Lawfare es la dictadura de la legalidad. No necesita romper la Constitución, porque la utiliza para justificar la injusticia. Ese es el verdadero Lawfare. Ustedes me dirán: «Ajá, ¿y cómo es eso?» Bueno, veamos cómo interpretan. Se interpreta que si el presidente del Congreso dice que así es porque la Constitución así lo dice, da una interpretación, a pesar de que no tiene ni los conocimientos mínimos de lo que es una Constitución de la República, pero nos da clases de derecho constitucional porque «así es». Hoy todo el mundo habla de todo. Si se me ocurre hablar de energía renovable, empiezo a hablar y dicen «ah, es que el rector lo dijo» y todo el mundo me cree, aunque no sepa absolutamente nada.

Pero también eso ha permeado esas circunstancias. Vean que hoy el Lawfare es la representación de la corrupción del derecho. Miren qué duro lo que estoy diciendo: el derecho se corrompe también. ¿Por qué? Porque la Cleptocracia roba el dinero, pero el Lawfare se roba la justicia, porque usted no tiene garantías de un poder judicial; esto es un problema de origen. ¿Quién elige la Corte Suprema ? Vamos otra vez a lo mismo: los diputados. ¿A quiénes representan los diputados? A los partidos políticos; No nos representan a nosotros. Entonces hoy podemos decir que sí hay un problema grande de la corrupción del derecho, porque el Lawfare hoy roba la justicia como tal. La Cleptocracia, el poder político, la compra de conciencias.

Claro, le dan una bolsa de comida: «vota por esa persona», porque le dicen «tráeme la foto para darte mil y cinco mil lempiras». El Lawfare compra verdades jurídicas y compra a los que verdaderamente saben. Cuando el juez actúa por conveniencia y no por convicción, el proceso judicial se convierte en una farsa ritual de obediencia, donde la sentencia ya está dictada antes del juicio. ¿Para qué me someto yo a un proceso cuando sé cuál es el resultado? Y eso ha venido siendo así históricamente. Algunos dicen «sí, en el golpe de Estado los persiguieron», ajá, pero hoy estamos viendo los mismos comportamientos del otro lado.

Entonces aquí el problema es el sector político y cómo ha permeado esa cleptocracia . Uno de los principales juristas en Constitucional dice que la corrupción del derecho no consiste en violar las leyes, sino en aplicarlas contra la justicia. Ese es uno de los problemas más graves. 

Podemos afirmar, ya con afirmaciones, que el Lawfare se ha convertido en la forma contemporánea del autoritarismo legal. El siglo XXI ya no enfrenta dictaduras sin leyes, sino dictaduras con leyes; y ante ellas el deber del jurista es volver a pensar, volver a cuestionar, volver a decir que la verdad no se decreta, sino que la verdad se define.

Aquí vemos la convergencia entre la Cleptocracia y el Lawfare, cómo se unen finalmente. En el caso de Honduras la Cleptocracia está judicializada: control político de los órganos de justicia, criminalización de la disidencia y debilitamiento de las instituciones persecutoras. En Guatemala también hay un tema similar; en Nicaragua, el Lawfare es más autoritario: cada país representa su idiosincrasia y su avance .

Podemos decir entonces que la Cleptocracia judicializada es una forma contemporánea del autoritarismo , en la que la corrupción estructural y la manipulación judicial coexisten como mecanismos funcionales de ese control político , legitimados mediante discursos de legalidad y anticorrupción selectiva . Eso es lo que vemos; por eso observamos un debilitamiento del Estado de Derecho. Ahí hay una síntesis conceptual: la cleptocracia se apropia del patrimonio del Estado; el Lawfare instrumentaliza las instituciones públicas ; pero todo eso lleva a una captura de la institucionalidad.

Hoy vemos entonces el debilitamiento del Estado de Derecho , la captura institucional. En la medida en que yo ponga a los jueces, que los partidos políticos sigan poniendo a los jueces, la institucionalidad va a estar cooptada. ¿En qué cabeza cabe que un Fiscal General vaya a judicializar a diputados que votaron por él? ¿En qué cabeza cabe que un magistrado de la Corte vaya a conocer una causa de aquel que votó por él? Y ustedes saben que no es que conversaron antes, porque para llegar así hay que conversar antes y hay compromisos; No hay independencia .

Entonces esto nos hace reflexionar: ¿verdaderamente el Congreso Nacional debería continuar eligiendo esas autoridades? Ojo con eso. Esa captura institucional en nuestra circunstancia se refleja en la politización de los miembros judiciales y fiscales, en la erosión del control constitucional. Si no, vean que ahí está la Sala de lo Constitucional dividida —dividida porque hay una representación política: una, dos de un lado, dos del otro—, pero siempre hay mayoría del oficialismo .

 Vemos el desmantelamiento de los órganos de control. Si no, vean ustedes qué hace hoy el Tribunal Superior de Cuentas: nada. Pero si me porto mal y le caigo mal, ahí se me sigue. Vemos entonces la criminalización de la oposición y de la prensa; también ocurre. Lo estamos observando en la actualidad porque esa es parte de la captura institucional que hoy se refleja. 

En el Estado de Derecho , ¿Cómo impacta esto? Ya nadie cree en las instituciones. Cuando a usted lo asaltan, le pasa algo y dice «ya ni voy a ir a denunciar», porque cuando llega y denuncia se encuentra con el mismo que lo asaltó. Sí, así ocurre. Entonces, ¿para qué voy a ir a denunciar si es el mismo que me va a recibir la denuncia? O dice «voy a presentar una demanda» y ¿Quién es el juez que conoce la causa? El hermano, el amigo del otro. Entonces yo dejo de creer.

Erosión institucional , crisis democrática y pérdida de confianza de la ciudadanía. Hoy nadie cree en el Ministerio Público; hoy nadie cree en la Corte; hoy nadie cree en el Tribunal Superior de Cuentas. Pero el problema no son las instituciones, son las personas que están al frente de las instituciones. Ellos son los que han provocado esa falta de credibilidad. Hoy hay también una violación de las garantías constitucionales: entiéndase presunción de inocencia, juez natural, debido proceso, libertad de expresión y de pensamiento, etcétera.

Vemos que hacia una teoría constitucional hondureña para el fortalecimiento, esa es una necesidad. No todo es malo; Hay que presentar propuestas. Reivindiquemos la independencia judicial, blindemos los órganos de control, revaloricemos el rol de los ciudadanos: ya no sigamos agachando la cabeza. Hoy todos nos quieren.

Pero yo les hago una pregunta para la reflexión: ¿Merecen verdaderamente ser diputados los que se están postulando nuevamente después de un Congreso que no legisló nada? Calcule cuánto se le pagó: 90 mil por 15 sueldos, más las regalías, más los bonos. Tenga la seguridad de que ni usted alcanzó eso. Pero ellos dicen «hoy sí, hoy sí quiero ya cumplirle a usted». O sea, «no me cumplió, pero quiere que vuelva a confiar en usted».

Entonces este es el momento de que la ciudadanía adopte la decisión . Así como escucho a algunos que dicen «vamos a impulsar estos proyectos, hoy sí», formo parte de esto. ¿Qué antes no? ¿Y por qué no? «Ah, porque los 12 años, 7 meses .» Y los que antes estuvieron allá dicen «yo sí voy a resolver el problema». Pero usted fue el culpable de todo esto, porque vemos cómo avanzó el narcotráfico , la corrupción y todos los elementos. Hoy todos son culpables. Yo no estoy diciendo que uno u otro; todos, porque todos son iguales y todos entienden.

También vemos que es importante recuperar la ética pública. Sin virtud cívica no hay Constitución que lo resiste. La reconstrucción institucional exige funcionarios comprometidos con la justicia. No necesitamos funcionarios que estén todo el día tirándose candela entre sí por redes; sino que se pongan a trabajar. Porque les pagamos muy bien y es con nuestros impuestos. Preguntémonos cuánto nos duele en los impuestos que nos bajan en algunos casos. Duelo. Con eso podríamos pagar cuotas, pero nos bajan impuestos para que otros vivan bien.

Ya cerrando el tema, no podemos decir que la Cleptocracia como estructura de dominación sea una patología pasajera. No es pasajera; es una estructura persistente en el poder. Esto no es una anormalidad que va a pasar de la noche a la mañana. Empecemos a tomar decisiones porque nosotros somos los primeros culpables. Cuando empezamos a votar porque en el Photoshop se mira bonito a una mujer y ya cuando la vemos, «por Dios, me engañó». O «es que es muy guapo este hombre, tiene barbita, aparece bien». Hoy hay que empezar a votar por lo que hizo. O lo otro: «entre más payaso porque hace TikTok bien bonito, entonces yo voy a votar por él». 

Hoy digamos: ¿Qué va a hacer, qué va a legislar? El Congreso Nacional no es un espacio de TikTok; es un espacio para crear normas. No es una pasarela de modelaje; es un espacio para legislar propiamente. Entonces hay que generar conciencia.

Podemos decir que el Lawfare, como mecanismo de legitimación del poder, cumple la función de proteger a los poderosos mediante impunidad selectiva y de neutralizar a los críticos mediante la persecución penal.

El Estado de Derecho, entre el contexto y la práctica: Honduras vive una fractura entre el Derecho proclamado y el Derecho aplicado. En papel tenemos muchas cosas. La Constitución es bonita, tiene una parte dogmática, pero ¿se cumple verdaderamente? Cuando citamos el artículo 60, el derecho a la vida, ¿verdaderamente tiene derecho a la vida la gente en Barrio Cabañas ahora mismo? Analicémoslo, porque en papel todo es bonito.

Vemos el papel de la ciudadanía y su educación. Hoy necesitamos un pueblo más educado. Creo que el rol de nosotros como universidad es sumamente importante: educar a la gente para que tome decisiones. Que este próximo noviembre vote por quien quiera, pero que vote conscientemente; que adopte su decisión, que se ponga la soga al cuello solo, pero con conciencia, para después no estar renegado. Seamos conscientes de lo que hacemos.

Frente a la Cleptocracia Judicializada, vemos el garantismo judicial para fortalecer la independencia, la transparencia radical como control ciudadano de las decisiones, la participación cívica , la auditoría social —hoy es importante auditar permanentemente— y la ética pública por sobre todas las cosas.

Hemos finalizado. Muchas gracias.


Galería de imágenes

2 576811553 1242108124620050 3345745340500048503 n