Hablemos de lo que sentimos: la salud mental importa

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Por: Marisol Cáceres

Cada 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, una fecha que invita a reflexionar sobre la importancia del bienestar emocional y la necesidad de construir sociedades más empáticas y conscientes. Este año, el mensaje central enfatiza que cuidar la mente también es salud, recordando que es un componente esencial del bienestar integral.

La psicóloga Ethel Maldonado señaló que los últimos años han dejado profundas huellas en la salud mental de la población. A pesar de que la pandemia ya ha quedado atrás, sus consecuencias aún se sienten. La crisis sanitaria global tuvo un fuerte impacto emocional, provocando un aumento significativo de trastornos relacionados con la salud mental en todo el mundo.

Además, Maldonado advirtió que las tensiones políticas y sociales también contribuyen al deterioro del bienestar emocional. En su opinión, estas situaciones han provocado que más personas reconozcan la importancia de cuidar su salud mental como parte de un enfoque integral de la salud, que no debe limitarse únicamente a la ausencia de enfermedades físicas.

Uno de los principales desafíos que persisten, según la especialista, es el acceso a los servicios de salud mental. “El desafío más importante es el acceso a la salud mental. En otros países, lastimosamente, hasta la salud física es un poco escasa o difícil el acceder a ella, peor la salud mental, que eso lo dejamos de fuera, de último; ir al psicólogo no es una prioridad como ir tal vez al médico”.

Maldonado también hizo hincapié en el estigma social que aún rodea a la salud mental. Aunque ha habido avances en la percepción pública, persiste la idea de que acudir a un profesional implica una debilidad o un signo de “locura”. Esta presión social, explicó, impide que muchas personas reconozcan sus dificultades emocionales o busquen el apoyo que necesitan.

En este contexto, es fundamental recordar que la salud mental no se reduce a la ausencia de trastornos, sino que implica un equilibrio entre mente, cuerpo y entorno. Aprender a identificar nuestras emociones, pedir ayuda a tiempo y acompañar con empatía a quienes nos rodean son pasos clave para construir una sociedad más humana, solidaria y consciente.

Porque hablar de lo que sentimos también es una forma de sanar.