
Por Guillermo Varela
Profesor del Departamento de Historia (UNAH)
Una excelente fuente para comprender las raíces de este conflicto es la obra de la historiadora y diplomática mexicana Laila Porras Musalem: "La odisea rusa: una historia económica de Rusia desde la revolución a la guerra en Ucrania", México, Aguilar, 2023.
Tomándola parcialmente como referencia procuraré en cuatro partes dar respuesta a la anterior interrogante.
I. Rusia y Ucrania desde su integración hasta el colapso de la URSS
Rusia y Ucrania surgieron como entidades políticas de la mixtura entre sociedades eslavas autóctonas y poblaciones vikingas-suecas hace unos 8 siglos. Pero es a partir de fines del siglo XVII que el imperio ruso la absorbe luego de derrotar al reino polaco-lituano en 1654.
Esta relación duró hasta 1991 cuando Ucrania junto a otras 13 repúblicas se independizó de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), cuya heredera es la República Federativa Rusa desde el 30 de diciembre de 1991.
Con la derrota de las potencias del eje fascista por los aliados en 1945, la lucha por la hegemonía global continúa entre las dos potencias victoriosas: EUA y la URSS. Ambas potencias representaron sistemas económicos y políticos alternativos y en competencia durante la llamada “Guerra Fría” (1945-1989) en la que no se enfrentaron directamente (por el temor a un conflicto nuclear), pero sí a través de terceros países, particularmente en el llamado “tercer mundo” (los países subdesarrollados de Asia, América Latina y África).
El socialismo histórico en la URSS permitió a un enorme costo social y político (autoritarismo, industrialización y colectivización forzada) convertirla en una potencia industrial. La Segunda Guerra Mundial hizo de la URSS el país que pagó el mayor costo social con casi 25 millones de muertos (5 millones de ellos ucranianos). Pero también su enorme territorio, recursos humanos y materiales y una acertada estrategia político-militar le permitió pasar de la resistencia y defensa desesperada entre 1941 y 1942 a la contundente y victoriosa ofensiva contra Alemania a partir de 1942 hasta la toma de Berlín el 30 de abril de 1945.
Desde la consolidación autoritaria en el poder de Josef Stalin en 1926 el sistema político y económico del modelo socialista soviético se caracterizó por el centralismo político, la propiedad estatal de los medios de producción y la planificación quinquenal centralizada de la economía, lo que daba integración a un país tan diverso e inmenso.
El sistema logró dar un nivel de vida a su sociedad mejor que el de los países pobres, pero inferior al de los países capitalistas ricos. A la muerte de Stalin con su sucesor, el ucraniano Nikita Kruchev, el sistema económico y político experimentó alguna flexibilidad y la población alcanzó su tope de bienestar.
En la década de 1970 el sistema comenzó a alcanzar sus límites. La rigidez de la planificación centralizada y falta de innovación (que limita la eficiencia productiva) que no se corresponde plenamente con la demanda se conecta con factores como una cada vez menos sostenible carrera armamentista que alcanza su punto de inflexión en la invasión rusa a Afganistán entre 1979 y 1988.
Desde la época de Nikita Kruchev los líderes soviéticos, ante la evidente insostenibilidad del sistema económico, procuraron reformas que no fueron lo suficientemente profundas hasta la llegada de Mijail Gorbachov como primer secretario del PCUS en 1985.
La insostenibilidad del sistema económico lo llevó a emprender una serie de reformas que apuntaban a un sistema de economía mixta, democratización y transparencia en la esfera política y descentralización política, lo que culminó con una situación de relativa autonomía de las repúblicas que en lugar de fortalecer la unidad política de la URSS condujo al separatismo y su desplome en diciembre de 1991.
II. La década de 1990 y l transición al capitalismo salvaje
El relevo político de Gorbachov tanto a lo interno de Rusia como en el contexto global, lo asumirá el nuevo presidente, Boris Yeltsin (1991-1999).
La década de Yeltsin se caracterizó por la aplicación de la ortodoxia monetarista o neoliberal (con asesoría de los organismos multilaterales de crédito: BM y FMI) en la economía rusa cuyo caótico y traumático resultado se expresa en lo siguiente:
Concentración brutal y corrupta de los sectores económicos estratégicos (minas, industrias, sector financiero, etc.), en manos de una nueva oligarquía constituida por antiguos gerentes de empresas en la era soviética.
Pobreza de masas que llega al 50% de la población, reducción de la esperanza de vida, inflación del 1500% en 1992.
Reducción y desplome de la autoridad del Estado que se debilita, además, por su incapacidad recaudadora de impuestos, aumento del crimen organizado, la violencia y la inseguridad.
En ese contexto es que Yeltsin, aquejado en su salud, delega de manera interina, en septiembre de 1999, la presidencia en Vladimir Putin, quien se había posesionado favorablemente en la opinión pública por su participación en sofocar la segunda rebelión independentista de Chechenia.
III. La Rusia de Vladimir Putin 1999-2014
De acuerdo con Laila Porras (2023), el año 1999 marca el fin de un período caótico. Se debió principalmente al cambio de rumbo en las políticas implementadas por el primer ministro Yevgueni Primakov.
Este período no se comprende sin el liderazgo desde 1999 de Vladimir Putin.
Vladimir Putin nació en Leningrado (hoy San Petersburgo) el 7 de octubre de 1952. Estudió derecho en la universidad de Leningrado y fue agente de la KGB e inicios de la década de 1970 en Alemania Oriental. En su juventud se volvió aficionado de la práctica del judo, deporte en el cual encontró una filosofía de vida: una concepción marcial sobre las relaciones humanas y una capacidad certera para la confrontación física y psicológica.
En 1991 fungió como asesor en relaciones económicas internacionales del alcalde de San Petersburgo. En 1998 fue nombrado director adjunto de la administración presidencial. El mismo año fue nombrado director del Servicio Federal de Seguridad y en 1999 fue nombrado primer ministro. El 31 de diciembre Yeltsin renuncia y lo nombra presidente interino.
En elecciones anticipadas en marzo de 2000 gana las elecciones presidenciales con el 53% de los sufragios.
A partir de entonces hay una impresionante recuperación y el regreso del Estado en la siguiente década, además de la mejoría notable en los niveles de vida de la población coincidiendo con los dos primeros períodos de gobierno de V. Putin (los salarios promedio pasaron de 12,000 euros en 1996 a 25,000 en 2008).
Entre otras causas de esta recuperación está el precio de los hidrocarburos, una política industrial activa y la recuperación por parte del Estado de los recursos y materias primas del país. Se obliga a los oligarcas al pago de impuestos y se le subordina al poder político a cambio de no perder los inmensos recursos amasados en la década anterior.
Del año 1999 al 2008 el promedio de la tasa de crecimiento del PIB fue del 7%, al final el PIB aumentó en un 60%.
Hay un proceso de sustitución de importaciones (petroquímica, mecánica). Se renuncia a varios preceptos neoliberales y se crea una base fiscal sólida.
Se inició el círculo vicioso del desarrollo a partir de la mayor productividad, mejores salarios, fortaleza institucional y mayores ingresos para el Estado.
Las reservas internacionales pasaron de $ 28,000 millones a $ 600,000 en 2008, y en 2006 la inflación es de solo un dígito.
Putin entenderá que existe una estrecha relación entre el restablecimiento de la autoridad del Estado y la economía (tan lejos de las disparatadas concepciones libertarias de hoy).
Según Porras, tres serán los grandes ejes de reconstrucción del Estado de Putin:
1. Una fuerte restauración vertical del poder.
2. El restablecimiento de la situación presupuestaria del gobierno.
3. El control paulatino de los recursos naturales.
Entre 2008 y 2014 algunos fenómenos marcaron un punto de inflexión en la dinámica económica rusa y las relaciones geopolíticas de Rusia con Occidente.
En primer lugar, la crisis financiera entre 2009 y 2012 afectó a Rusia al ser Europa uno de sus principales socios comerciales. Rusia logró recuperarse de la crisis diversificando sus mercados, pero las tasas de crecimiento no volvieron a ser las de la década anterior.
En 2008 la Constitución impedía a Putin, (reelecto con el 70% de los votos en 2004) continuar por un tercer mandato por lo que apoya a Sergei Medvedved y se convierte en su primer ministro. Se reforma la Constitución para que pudiera competir en las elecciones de 2012 y 2018, que gana holgadamente, y también se alargaría el período presidencial a seis años desde entonces.
Por otro lado, su intervención militar en Giorgia en 2008 en apoyo a la secesionista República de Osetia del Sur, será una advertencia a Occidente respecto a su disponibilidad de intervenir militarmente en su zona de influencia e intereses.
Los límites de desarrollo económico de Rusia han sido ya identificados por Porras, a saber: el sistema de innovación en Rusia presenta varias debilidades: oferta limitada de actividades de I+D en las instituciones del sector público y de actividades de innovación en las empresas y la vinculación de estas con las demandas del mercado.
El gobierno ruso ha tratado de focalizar la I+D en unos cuantos sectores que ha considerado estratégicos. La falta de diversificación económica ha sido causa de esto.
La corrupción generalizada es también uno de los problemas más acuciantes de la sociedad rusa y uno de los obstáculos que impiden un mayor crecimiento.
Las políticas del gobierno han quedado subordinadas a los intereses de los emporios energéticos y financieros. La confusión entre objetivos políticos y económicos y entre los intereses público y privado, ha coadyuvado a la formación de un sistema de poder verticalmente integrado, lo que explica la continuidad con el abuso del poder y de la corrupción.
Ante las amenazas percibidas a su seguridad (expansión de la OTAN) y la necesidad de control político interno, a partir de su tercer mandato en 2012 el sistema político se volvió cada vez más autoritario, vertical y conservador.
Por otro lado, en la primera década del siglo XXI el gobierno ruso multiplicará iniciativas comerciales y alianzas estratégicas con sus vecinos y consolidará sus lazos con los países emergentes, especialmente con China. A partir del 2009 el foro BRICS se vuelve un contrapeso a la hegemonía occidental. Todo esto ha sido posible gracias a la potencia en que Rusia se convirtió durante las primeras décadas del siglo XXI y que no puede ser disociada de Vladimir Putin.
Existe una suerte de “contrato social” entre el régimen ruso y su sociedad en el que se intercambia estabilidad económica por centralización del poder. En 2020, 77% de los rusos apoyaron un referéndum que refuerza los poderes del presidente.
La modernización recuerda en algo a la modernización económica autoritaria inspirada en el modelo chino. Las preocupaciones comunes de seguridad entre China y Rusia llevaron a ambos a coincidir en la creación de la Organización de Cooperación de Shanghái (OSC) haciendo un contrapeso a EU y la OTAN en las relaciones internacionales.
Putin procuró por todos los medios la entrada de Ucrania. Esto no sucedió por una serie de factores intrínsecos conjugados con factores externos a finales de 2013 e inicios de 2014: la revolución de Maidán (que culmina con el golpe de Estado al presidente prorruso Yanucóvich) y el conflicto en el Dombás, detonador de un conflicto abierto entre Rusia y Ucrania.
IV. La guerra ruso-ucraniana: antecedieres inmediatos, narrativas y panorama
A la decisión del presidente Víctor Yanukóvich de posponer la firma del acuerdo de adhesión de Ucrania con la UE, en noviembre de 2013, seguirá la revolución de Maidán y la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014, así como la sublevación de las provincias de Lugansk y Donetsk. La sublevación supuso un conflicto armado que se cobró 14 mil vidas. Preámbulo de la actual guerra.
La crisis de Ucrania refleja así la continuación de lo que fue el conflicto este-oeste. 17% de la población total de Ucrania se considera rusa. En Kiev también el ruso es preponderante. La mitad de la población habla ruso en sus hogares y trabajos. En general más del 80% de la población habla ruso.
Ucrania era el quinto socio comercial de Rusia después de China. Rusia era el socio comercial y económico más importante de Ucrania. La economía ucraniana estaba estructuralmente adaptada al mercado ruso. Ambas economías eran complementarias. El acuerdo con la UE de facto fragilizaba las relaciones económicas con Rusia.
Al principio Rusia no se oponía a dicho acuerdo, pero debía asegurar el mantenimiento de las relaciones económicas con su socio histórico y estratégico.
Lo que sí era más claramente percibido para Rusia como una amenaza son dos elementos: la relación cada vez más próxima en términos militares de Ucrania a EU y a la OTAN y la posibilidad de instalación de armamento (incluso nuclear) en un país con el que comparte una larga frontera.
Sabía que la CIA estaba entrenando fuerzas especiales y oficiales de inteligencia ucranianos. Para fines de 2021 el ejército ucraniano contaba con fuerzas militares y equipo de combate considerable apoyado y formado por las fuerzas de la OTAN. Si bien Ucrania no estaba en la OTAN, la OTAN estaba en Ucrania.
Mientras la narrativa occidental atribuye la causa de la guerra en Ucrania a la ambición expansionista y locura de Putin, en su discurso de justificación el líder ruso dijo: "He tomado la decisión de realizar una operación militar especial…Nos esforzamos por lograr una desmilitarización y desnazificación de Ucrania”.
La guerra excede las fronteras europeas y cambia el rumbo de la geopolítica mundial. De acuerdo con Porras, parecen así delinearse dos bloques: el occidental, liderado por Washington, y otro menos estructurado alrededor de China y Rusia.
El régimen político ruso volvía a presentar un proyecto alternativo a la sociedad occidental. Y… sin embargo…
V. El final se acerca ya
Desde el punto de vista estratégico militar, el gran vencedor de la guerra ha sido Rusia. Se ha anexado el 19% del territorio oriental de Ucrania incluyendo la península de Crimea desde el 2014. No se trata solo de un espacio estratégico en cuanto a las comunicaciones marítimas y comerciales, sino que se trata de una zona rica en hidrocarburos y minerales escasos, pero valiosos para la industria de las comunicaciones.
En buena medida la guerra se origina por la inminente adhesión de Ucrania a la UE en 2014 con la posible dislocación de la complementariedad económica entre Rusia y Ucrania que entonces era el quinto socio comercial de Rusia en el mundo. Y por la inevitable expansión militar de la OTAN en las barbas de Moscú.
Estas “tierras raras” estratégicas son las que precisamente está pidiendo el presidente Trump al gobierno ucraniano como condición para terminar la guerra y en compensación por los 119,000 millones de dólares que la administración anterior de Joe Biden había otorgado (desinteresadamente, según el discurso entonces oficial) al régimen de Volodímir Zelenski.
Por su parte el acercamiento intenso entre Washington y Moscú en los últimos días en la víspera del tercer aniversario del inicio de la guerra, sugieren ya un entendimiento y posible sociedad en la explotación de los recursos referidos y de los cuales estaría quedando fuera la UE que ha invertido en apoyo económico y militar 124,000 millones de dólares.
Ese interés es el que al parecer primó en el golpe de Estado el 21 de febrero de 2014 al presidente ucraniano prorruso Víctor Yanucóvich, apoyado entonces por la UE y EU y que, según la narrativa rusa, fue el origen del conflicto que concluyó con la guerra iniciada el 24 de febrero de 2022.
Lo más reciente ocurrido hace apenas unas horas es que a propuesta de los mismos EU y secundado por el gobierno ruso, ha sido aprobada una resolución en el Consejo de Seguridad de las ONU para “alcanzar la paz en Ucrania”.
El acuerdo contó con las abstenciones de Reino Unido y Francia, que como miembros del Consejo Permanente pudieron haberla vetado. Su postura indica una amarga resignación a lo ya decidido por su histórico aliado y socio mayor: los EUA.
Mientras tanto, al margen de negociaciones y reparto entre potencias de recursos ajenos, el verdadero perdedor es el pueblo ucraniano y ruso (hermanados por la una historia y cultura común por casi mil años), cuyos hijos se han venido enfrentado en una guerra estéril para sus verdaderos intereses a un trágico costo de casi un millón de bajas entre muertos y heridos y millones más de desplazados de guerra, sin contar los gastos en la reconstrucción de la economía e infraestructura destruida por el conflicto que ronda los 500,000 millones de dólares.
¿Qué nuevo mundo nos espera ante esta nueva sociedad aparente entre quienes hace poco más de un mes eran enemigos irreconciliables en una nueva guerra fría en el frente ucraniano?
¿Qué papel jugará en este nuevo contexto la UE?
¿Qué pasará con el nuevo orden global alternativo a la hegemonía occidental que, con India, China y otros Estados venía construyendo hasta hace poco Rusia?
Por hoy, no les prometo una sexta parte.



Comentarios