Investigador argentino impartió conferencia sobre accidentes aéreos

 Por Nadia Marcela Mendoza, Presencia Universitaria

a Facultad de Ciencias Espaciales concluyó su ciclo de webinarios sobre aeronavegabilidad y mantenimiento aeronáutico con la conferencia "Introducción a la investigación de accidentes aéreos", a cargo del investigador de accidentes aéreos y seguridad operacional, ingeniero Augusto De Santis, de Argentina.

El propósito fue brindar más información sobre los accidentes de aviación con la finalidad de tomar acciones oportunas para prevenirlos, y en ese sentido, De Santis brindó normativas y recomendaciones, y presentó estudios de casos sobre este tipo de accidentes.

"Este tipo de investigación es técnica y científica, y aporta recomendaciones para la seguridad, no se buscan responsables ni culpables, pues una investigación de accidentes aéreos no es un peritaje, la culpa es enemiga de la construcción de la seguridad", señaló el profesional argentino.

Agregó que este es un trabajo interdisciplinario en conjunto con otros especialistas, las hipótesis se construyen con información actual, los preconceptos son justificaciones de lo que se supone que sucedió e hizo énfasis que focalizar el error o la falla no permite mejorar el sistema, de igual forma, las entrevistas son tan valiosas como los análisis de laboratorio.

También indicó que para entender lo que pasa en un accidente, lo primero que se debe hacer es aplicar un modelo de análisis de accidentes, que se convierte en estrategia de seguridad operacional, y en ese sentido mencionó tres modelos; el lineal o de causalidad, el epidémico organizacional y el sistémico. Según De Santis, las tres fallas más susceptibles en la aviación son fatiga, corrosión y desgaste.

Estudio de caso

El profesional relató un accidente ocurrido en el 2017, sobre el fallecimiento de tres personas que iban a bordo de una aeronave Mitsubishi MU 2B, la cual estuvo extraviada 26 días, y se encontró sumergida entre 6 y 8 metros de lodo, en una zona pantanosa, y para saber lo que ocurrió tuvieron que recoger todas las partes y analizarlas.

"Debido a que este era un avión chico que no tiene registradores de voces ni de datos de vuelo, la investigación fue más compleja, además que tiene ciertas técnicas específicas para su operación… Casi 24 años después de investigación de accidentes, fue uno de los escenarios más complejos en los que nos tocó trabajar”, comentó.

Luego de una rigurosa investigación, los análisis indicaron que durante la fase de ascenso, la aeronave experimentó una condición de pérdida de control en vuelo por lo que impactó contra el terreno, y, aunque  la evidencia obtenida por la investigación no lo afirmó de manera asertiva, las circunstancias y condiciones presentes en el accidente sugirieron una situación de elevada carga de trabajo en la cabina de vuelo por las condiciones operativas prevalecientes, con potencial de ocasionar la pérdida de control en vuelo.

De acuerdo con De Santis, lo anterior fue atribuible a la combinación de los siguientes factores: Las características particulares de la aeronave, la atención requerida por el transponder al no ser visualizado por el control de tránsito aéreo, el desvío del vuelo planificado a requerimiento de la dependencia de control de tránsito aéreo, la gestión de la trayectoria de la aeronave con piloto automático desconectado y la limitada experiencia del piloto en condiciones de vuelo instrumentales.

El profesional de seguridad aérea afirmó que este accidente fue del tipo organizacional, “porque los errores cometidos tienen una fuerte base organizacional, un fuerte componente de falta de una normativa que tiene que venir del Estado y de una organización que debería haber contenido al piloto y a la tripulación”.

De Santis concluyó su participación asegurando que “centrarse el factor humano como causal de un accidente no permite detectar las deficiencias de seguridad subyacentes en el sistema, para generar seguridad tenemos que buscar lo que está pasando en el sistema, las deficiencias, el desempeño de las personas tanto en el vuelo como el mantenimiento y gestión del tránsito aéreo”.

Accidentes en Honduras

Por otra parte, en Honduras, los accidentes aéreos han registrado lamentables pérdidas, a continuación, algunas de las peores tragedias de este tipo registradas en el país:

En 1989, un Boeing-727 de SAHSA se estrelló en la aldea de Las Mesitas, Cerro de Hula, debido a que la tripulación no siguió los procedimientos apropiados de aproximación, dejando como resultado 123 personas fallecidas de los 146 pasajeros, además de 4 de los 8 miembros de la tripulación. Entre las víctimas, se encontró el ministro de Trabajo, Armando Blanco Paniagua; el presidente del Colegio de Economistas, José de la Cruz Cáceres, y el presidente del Colegio de Ingenieros Forestales, José Ricardo Fasquelle, así como la hija del ministro de Defensa, Wilfredo Sánchez Valladares, considerada la mayor tragedia en la historia de la aviación hondureña.

En 1998 se registró la muerte del entonces alcalde César Castellanos, conocido como “el gordito” Castellanos, quien falleció en un accidente aéreo mientras supervisaba la destrucción que dejó el huracán Mitch en Tegucigalpa y Comayagüela.

En 2008, un accidente aéreo dejó cinco muertos y 38 heridos en Tegucigalpa, entre los fallecidos figuró el presidente del Banco Centroamericano de Integración Económica de aquel entonces, Harry Brautigam, y el capitán del vuelo, César Deantoni.

En 2011 murieron 14 personas cuando el pequeño avión comercial en el que se transportaban se estrelló en las cercanías de Tegucigalpa, asimismo en diciembre de 2017 se confirmó el accidente aéreo en el que falleció la hermana del presidente Juan Orlando Hernández.

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