El grupo de investigación Farmacológica y Toxicológica de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas (FCQF), en Conjunto con el Centro de Información Toxicológica (Centox), desarrollan un estudio observacional referente al uso y venta del fosfuro de aluminio, más conocida como “pastillas de curar frijoles”, después de conocer que en promedio se suicidan al mes 33 hondureños con este agroquímico.
Datos que maneja la Secretaría de Salud indican que en los últimos dos años, 249 hondureños han tomado la fatal decisión de suicidarse mediante el mecanismo de intoxicación o envenenamiento, siendo la pastilla de curar frijoles la segunda causa de muerte después del herbicida Gramoxone.
Estas estadísticas las sustenta -también- el observatorio Nacional de la Violencia (ONV), de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), institución que en el año 2017 registró 396 suicidios, y 147 de ellos fue por ingesta de tóxicos.
Según el ONV, en el año 2017 los suicidios por esta causa son más repetitivos en el departamento de Francisco Morazán, con 103; por género, el documento refleja que son los hombres quienes toman con mayor frecuencia la fatal decisión, mismos que rondan entre los 20 a 24 años de edad.
Investigación
Por esta razón académicos de la UNAH, expertos en toxicología liderados por el médico farmacéutico Carlos Iván Roque, realizan una investigación con el objetivo de recabar información y así caracterizar los patrones de uso de la “pastilla de curar frijoles”.
Este estudio, según Roque, busca analizar información en 50 comunidades referente al uso o manipulación de las tabletas del peligroso químico, asimismo identificar los riesgos e indicios de algunas intoxicaciones al manipular el producto, aunque sean leves.
Según datos preliminares recabados por este grupo de investigación en conjunto con la clase de Toxicología, algunas comunidades tienen controles y restricción en el uso del producto, donde ciudadanos han establecidos normativas locales y no necesariamente dentro de los ámbitos regulatorios nacionales que indican la no venta de estas pastillas a menores de 21 años sin que demuestren ser agricultores.
San Ignacio, San Marcos, Jesús de Otoro, San José, El Esfuerzo, Ojojona, de los departamentos de Francisco Morazán, Copán, Olancho e Intibucá son algunas de las comunidades agrícolas donde se realizan estos análisis científicos.
“Después de identificar los riesgos realizaremos campañas educativas a las poblaciones sobre el fosfuro de aluminio, daremos algunas recomendaciones pertinentes al Estado de Honduras para que este emprenda acciones de regulación en la venta del tóxico”, manifestó Roque.
Mortal
Según el experto en toxicología, la intoxicación se da cuando el fosfuro de aluminio reacciona con la humedad del ambiente, produciendo la fosfina, químico mortal que hasta la fecha no tiene antídoto ya que en nuestro país una persona intoxicada tiene un pronóstico reservado o fatal, con algunos casos excepcionales por dosis bajas o por descontaminación inmediata o liberación rápida del producto antes que libere la fosfina, aunque aseguró que siempre quedan secuelas en los sobrevivientes como insuficiencia renal crónica y afectación cardíaca.
De igual forma, el farmacéutico explicó que generalmente las personas intoxicadas con fósforo de aluminio fallecen por cuestiones cardíacas previo a un cuadro de intenso dolor y sufrimiento.
Aunque no existe antídoto, en Nicaragua han desarrollado un protocolo de atención al paciente intoxicado donde implementándolo de forma correcta han logrado disminuir en un 80% la mortalidad de intoxicaciones con “pastillas de curar frijoles”.
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