Reflexión de vida
"A mi juicio, una gran reflexión que nos ha venido a enseñar esta pandemia, es reconocer que el dinero no lo es todo", expone Andrea Rodríguez, estudiante de la UNAH
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COLUMNA

Andrea Michelle Rodríguez Méndez, estudiante de la UNAH, asignatura de Sociología- 1502

La crisis global nos afecta a todos y no entiende de nacionalidades, de género, de razas, ni de clases sociales, aún con todo, es un buen tiempo para meditar y darle un giro enorme a nuestras vidas, tratar de cambiar, para bien, en todos los aspectos. Con esta pandemia, nos hemos dado cuenta de lo frágiles que somos y, también, que después de esto no podremos seguir siendo los mismos.

Hay que resaltar que no todo es malo le estamos dando un respiro a nuestro planeta, una solución a la tierra que tanto la necesitaba, restaurándose, poco a poco, de todo el daño que le hemos causado, hasta nosotros nos hemos librado un poco de nuestras rutinas, estamos conviviendo con nuestras familias como nunca antes y, debemos considerarnos afortunados, desde el momento en que nos encontramos con salud.

Nuestra vida ha tomado un giro radical, de un día para otro, dejamos de convivir con amigos, compañeros de trabajo, con la sociedad en general. En cuanto a mi experiencia, debo decir que no ha sido nada fácil, a veces me desespera y preocupa pensar lo qué va a pasar mañana y, también, en que va a terminar todo, sin embargo, el tiempo con mi familia lo he disfrutado, me he mantenido ocupada en mis clases, en la limpieza, he tomado tiempo para estar más cerca de Dios. En mi opinión este no es un tiempo de descanso, sino un tiempo de reflexión, un tiempo para ser aprovechado en hacer actividades que no podíamos realizar por falta de tiempo; es una concientización, personal y social, sobre lo que debemos mejorar como personas y en nuestro desempeño, cuando ya volvamos a reunirnos como solíamos hacerlo.

En cuanto a la prevención, debemos mantener todas las medidas de higiene y de distanciamiento físico, siendo conscientes de que esto es un problema de todos y que podemos evitar el contagio siendo responsables y que, a la vez, los demás se responsabilicen hacia nosotros. La corresponsabilidad es sentir que de nuestras acciones depende la suerte de los que nos rodean y, también que nosotros dependemos de ellos.

Con este aislamiento social se extrañan los pequeños gestos y el gran valor que ellos tienen, como abrazarse, besarse, reunirse por un café, esperando que, al finalizar de esto, valoremos esos pequeños detalles que, ahora, hacen tanta falta y que, por sobre todo, valoremos a las personas que tenemos y el tiempo que nos regalan. Volver a apreciar el valor que tiene el tiempo y aprovecharlo de la mejor manera posible.

A mi juicio, una gran reflexión que nos ha venido a enseñar esta pandemia, es reconocer que el dinero no lo es todo, no es, ni debe ser lo fundamental en nuestras vidas.

Esta situación es de total aprendizaje. Es momento de cuidarnos y cuidar de los nuestros, reconociendo que ellos dependen de nosotros y nosotros de ellos, que la empatía y la solidaridad vuelvan a nosotros, planificar nuevos proyectos de vida.

Es tiempo de admirar y orar por el personal médico que está dando su total entrega en esta pandemia, reconocer su sacrificio y recordar que ellos, también, tienen familia y su vida tiene el mismo valor que la de nosotros, que su familia espera que lleguen a su casa sanos y salvos y que podemos ayudarlos tomando las medidas de prevención, evitando la aglomeración social y el colapso del sistema de salud.

Nadie estaba preparado para esto, por eso, es normal sentirnos agobiados o con inquietud desesperante, pero, debemos ser pacientes y mantenernos ocupados en cosas productivas, no podemos caer en los mismos errores. La vida es un instante, así como todo inicia todo tiene su fin y si Dios nos está dando más tiempo, hay que aprovecharlo. Es preciso cambiar nuestra manera de ver las cosas, seamos precavidos, hay miles de personas luchando por sus vidas, otros deseando que esto acabe pronto para poder ir trabajar y llevar los alimentos a casa. Hay miles de personas sufriendo, familias enteras en luto, un mundo caído en pedazos y muchos siguen pensando igual, la vida se nos esta yendo y seguimos sin aprender nada.

No podemos estar en un mejor lugar que en nuestro hogar y, con mejores personas que nuestra familia, demos gracias a Dios por el techo, comida y salud, ayudemos a los que necesitan. Reneguemos menos y agradezcamos más.

Es momento de cambiar, de saber que no somos invencibles y que todos valemos lo mismo, no importa nuestra religión, clase social, o raza TODOS SOMOS IGUALES y todos somos necesarios, es tiempo de ser más empáticos y solidarios.