Redacción: Daniela Martínez
Para Mandy Brooks, trabajar en UNAH Campus El Paraíso no es solo un empleo. Es una oportunidad que llegó como respuesta a una oración. En marzo de 2019, cuando cruzó por primera vez las puertas del Campus, traía consigo el deseo de crecer y aprender, pero también una carga emocional que moldearía quién es hoy. Su historia no es solo la de una colaboradora ejemplar; es la historia de una mujer que, desde la pérdida más profunda, encontró una nueva manera de ver la vida.
“Mi mamá siempre fue una persona buena, ayudaba a todos, y yo no entendía por qué, yo era diferente entonces, más orgullosa, más cerrada. Pero cuando mi mamá falleció, todo cambió. Ahora veo lo que ella veía en los demás, y cada día intento ser alguien de quien ella estaría orgullosa”, cuenta Mandy, con una pausa que deja entrever la emoción. Mandy habla con la serenidad de quien ha vivido grandes batallas y las ha enfrentado con valentía. La pérdida de su mamá transformó su manera de relacionarse con el mundo. Hoy, la describe como el evento más trascendental de su vida, no porque la definiera por completo, sino porque le permitió renacer como una persona más empática, más consciente de lo que sucede en los corazones de quienes la rodean. En el Campus, Mandy es conocida por su disposición a ayudar, por su alegría y su capacidad de estar presente para los demás. “Todos tenemos días difíciles, días en los que no queremos ni hablar, pero intento ponerme en el lugar de la otra persona. Nunca sabemos qué está pasando alguien más”, comenta Mandy.
Esas pequeñas acciones cotidianas, un saludo amable, un gesto de apoyo son las que construyen el ambiente laboral sano y positivo del que sus compañeros hablan con tanto cariño. Para ellos, Mandy no es solo una compañera: es alguien que hace que todo sea un poco más fácil, que todo sea un poco más humano. Si bien el recuerdo de su madre es una fuente constante de inspiración, Mandy tiene un motor más cercano: su hija. “Ella es mi mayor logro, mi proyecto de vida. Es educada, colaboradora y tiene un corazón tan bueno. A veces me digo: ‘Tengo la mejor hija del mundo”, dice con una sonrisa. Su hija es quien le da fuerzas para enfrentar los retos y seguir adelante. “En los momentos más difíciles, pienso en ella. Es mi razón para ser mejor cada día.”
Cuando Mandy habla del Campus, lo hace con gratitud. Lo ve como un espacio que le ha permitido crecer, rodeada de personas que la inspiran y le enseñan algo nuevo cada día. “Mis compañeros son personas maravillosas. Ellos me han ayudado a sacar la mejor versión de mí, y eso me hace sentir que estoy en el lugar indicado.” Al final, Mandy mira hacia adelante con esperanza, pero también con una mirada constante al pasado. “Le diría a mi mamá: Estarías orgullosa de mí, no por lo que tengo, sino por lo que soy. Estoy tratando de ser mejor cada día. Lo estoy logrando, mamá.” Mandy Brooks es mucho más que una auxiliar de monitoreo nuestro Campus El Paraíso. Es una mujer con una historia de resiliencia y amor, alguien que transforma cada día con su amabilidad y su deseo genuino de ayudar. Ella es el reflejo de lo que significa ser un #Puma con sello de calidad.
Esta publicación es parte de la campaña de UNAH Campus El Paraíso que busca reconocer a los mejores empleados de nuestro Campus en 2024. Historias como la de Mandy nos recuerdan que en cada puesto hay seres humanos extraordinarios que hacen de este espacio un lugar especial para todos.
Comentarios