Desde que Ingrid Mariela Pineda Meza era un niña, creció viendo la dedicación y el amor de su madre por ayudar a los demás. La vocación de servicio siempre estuvo presente en su hogar, pero jamás imaginó que años después compartiría un mismo camino con ella: el de la enfermería.
Ingrid y su madre son estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, y aunque muchos ven la educación como un camino individual, ellas han convertido esta etapa en una experiencia única e inolvidable, “cuando supe que íbamos a estudiar juntas, sentí una mezcla de emoción y nerviosismo”, confiesa Ingrid con una sonrisa, “es un reto, pero también una gran bendición”.
La decisión de ingresar juntas a la carrera no fue casualidad, la madre de Ingrid siempre había soñado con ser enfermera, pero la vida y las responsabilidades familiares retrasaron su sueño. Al ver que su hija tenia la misma vocación, encontró en ella la inspiración para finalmente hacerlo realidad. "Para mi, no hay mayor satisfacción que estar aquí, aprendiendo junto a mi hija, demostrando que nunca es tarde para luchar por lo que uno quiere”, afirma con orgullo.
Sin embargo, el camino no ha estado exento de desafíos, coordinar los desafíos con las responsabilidades del hogar ha sido una tarea difícil, pero han encontrado apoyo una en la otra encontrando un apoyo inquebrantable, “hay días en los que nos sentimos agotadas, pero siempre nos recordamos porque estamos aquí”, explica Ingrid, “Nos motivamos mutuamente, nos ayudamos con las tareas y nos damos ánimos en los momentos difíciles”.
Uno de los recuerdos más emotivos que han vivido juntas ocurrió en una de sus primeras prácticas clínicas, “fue la primera vez que atendimos a un paciente juntas”, relata la madre de Ingrid con la voz entrecortada por la emoción. “Ese día sentí que todo valía la pena, porqué pude ver mi hija en acción, con esa misma pasión que yo siento por ayudar”.
Para ellas, la enfermería es más que una profesión, es un compromiso con la sociedad, un llamado a servir con humanidad y empatía, “Juntas aprendemos sobre procedimientos, y también el valor de acompañar a las personas en sus momentos más difíciles”, cuenta Ingrid entre sonrisas.
Cuando se les pregunta como imaginan su futuro, ambas coinciden en que les encantaría trabajar juntas en un hospital o en una comunidad donde puedan marcar la diferencia, “sería increíble seguir este camino uno al lado de la otra”, dijo Ingrid.
Ambas expresaron que si tuvieran que resumir esta experiencia en una sola palabra, no dudan en responder como una bendición, “es un regalo que la vida nos ha dado, y lo estamos aprovechando al máximo, concluyeron.
Finalmente Ingrid expresó que, “la familia es algo valioso y mis hijas, mi nieta son mi razón de vivir, por las que cada mañana madrugo a trabajar, solo les agradezco a ellas por ser mi sostén y mi todo”, finalizó.
Alvaro Galeano
Comunicación FCM
Comentarios