Por: Guillermo Varela Osorio / Departamento de Historia UNAH/junio 2021
Al igual que la mayoría de los niños de mi generación, mis conocimientos sobre el Padre Reyes en aquellos lejanos tiempos no pasaban del día de su nacimiento, el 11 de junio, declarado en 1922 como día del estudiante.
Con ese pretexto los jóvenes estudiantes del sector público lo tomaban como feriado (no oficial) de una semana. El otro motivo por el que conocía al Padre Reyes era porque se nos decía que había sido el fundador de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
Lo anterior en virtud que su figura, vida y obra ha sido poco estudiada y divulgada en escuelas, colegios y universidades.
Por momentos ha parecido más bien un personaje forzado por la historiografía liberal en el panteón de héroes y próceres hondureños que precisamente se instaura a partir del gobierno de la Reforma Liberal (1876-1883) y cuyo principal ideólogo era el pariente político del Padre Reyes, Ramón Rosa (1844-1893)
Sin embargo, yendo un poco más allá de la superficie podemos encontrar lo interesante y relevante que fue la vida de José Trinidad Reyes en el impulso de la cultura, el arte, la ciencia y la educación en la primera mitad del siglo XIX en la turbulenta Honduras y Centroamérica de la época.
El primer estudio biográfico del Padre Reyes se debe a Ramón Rosa quien publicó su obra en 1891, dos años antes de su temprana desaparición física. Esta hermosa obra tiene entre otras virtudes que su autor conoció de niño a Reyes con quien, de acuerdo con su relato, tuvo una cordial y afectuosa relación.
Transcurría el año de 1834. En el umbral situaba mi observatorio…Concluida la oración, aquel hombre piadoso se levantaba con profundo respeto…Conocedor de mis pueriles ardides volteaba a ver, y a mi sonrisa de niño correspondía con una tierna sonrisa paternal. Me llamaba con un ligero movimiento de mano…yo acudía, saltando, y él me apretaba la cabeza entre sus manos, y me hacía caricias que me agradaban mucho más, cuando, al despedirme me daba golpecitos en la cara, me regalaba nardos y claveles, que me decía eran flores de la virgen, y, por añadidura, algunos centavos para mis juguetes…1
Es importante acotar que los orígenes sociales de José Trinidad Reyes Sevilla (1797-1855) fueron distintos a los de otros próceres como Dionisio de Herrera, José Cecilio del Valle y Francisco Morazán que procedían de familias criollas económicamente solventes. La familia del Padre Reyes era mestiza.
A los primeros dos esto les permitió estudiar en el Colegio Tridentino de Comayagua y posteriormente en la Universidad de San Carlos de Borromeo, en Guatemala.
En 1804 el Padre Reyes estudió primeras letras en una escuela auspiciada por la iglesia, pero cuya existencia no pasó de los 18 meses por lo que continuó parcialmente su instrucción de la mano de las damas Gómez Reyes con alguna formación elemental. Adicionalmente su padre que era músico le heredó el gusto por esta rama del arte.
Fray Juan Altamirano, del Convento La Merced, le enseñó gramática latina y el pintor guatemalteco Rafael Martínez le enseñó dibujo. Con gran esfuerzo de su familia decide en 1815, a la edad de 18 años, trasladarse a la Ciudad de León en Nicaragua, para cursar estudios superiores.
Según se cuenta estando en el interior de la imponente catedral barroca de aquella ciudad sintió el deseo de seguir la vocación del sacerdocio. Así vinculándose a la orden de los Recoletos se bachillera en teología, derecho canónico y filosofía. Y a los 22 años se convierte en sacerdote de aquella orden.
Los conflictos internos de Nicaragua determinaron que los recoletos de la ciudad se trasladaran en 1824 a Guatemala donde Reyes enriqueció su formación humanista y artística merced al acceso que tuvo a la gran biblioteca de la Orden de la Recolección.
Sin saber que a los pocos meses el triunfo de Morazán en 1829 eliminaría la existencia de las órdenes monásticas, Reyes se trasladó en 1828, con permiso del superior de la orden, a Tegucigalpa para ver a su familia luego de tantos años.
La medida morazánica antes mencionada determinó felizmente, según Rosa, que Reyes se quedara definitivamente en su natal Tegucigalpa ya no como monje sino como sacerdote secular asumiendo la dirección de la Iglesia de la Merced de Tegucigalpa.
Se sabe que desde entonces comenzó de manera voluntaria a compartir y enseñar (de manera no sistemática) sus conocimientos científicos y artísticos a los vecinos de la antigua villa que lo desearan.
En particular es famosa la anécdota del 10 de enero de 1835 en que habiendo hecho erupción el volcán Cosiguina de Nicaragua, sus cenizas se elevaron varios kilómetros oscureciendo por tres días el cielo centroamericano. Ante la desesperación de sus vecinos que en plaza pública salían a confesar a viva voz sus pecados temiendo el fin del mundo, Reyes que tenía conocimientos de geología, acertadamente llamó a la calma asegurándoles que se trataba de un fenómeno natural, es decir, de una erupción volcánica.
En esos años comenzaron a funcionar en Comayagua, como iniciativas privadas, las academias literarias para quienes quisieran formarse a nivel preuniversitario2
Esta idea fue recogida por Reyes a inicios de la década de 1840 con el apoyo de jóvenes graduados también de la Universidad de León entre quienes destacan Pedro Chirinos, Máximo Soto, Miguel Rovelo, entre otros.
En 1841 don Liberato Moncada siendo jefe político del departamento, presidió con la Corporación municipal de Tegucigalpa, la instalación de un establecimiento de enseñanza en el Convento San Francisco, bajo la dirección siempre del padre Reyes con la colaboración del presbiterio Miguel Bustillo. Los gastos del nuevo establecimiento fueron costeados por la contribución de varios vecinos, los cuales habían firmado una escritura pública con duración de dos años…3
Así, el 14 de diciembre de 1845 esta red intelectual creó la “Sociedad del Genio Emprendedor y del Buen Gusto” como un espacio cultural formativo para la juventud de Tegucigalpa.
El presidente Coronado Chávez, sancionó el decreto legislativo por petición de las autoridades de la municipalidad de Tegucigalpa y la Cámara acordó el 10 de marzo de 1846, proteger la recién constituida Sociedad del Genio Emprendedor del Buen Gusto dándole el nombre de Academia Literaria de Tegucigalpa, declarándose a la vez, el reconocimiento en todo el Estado de los grados adquiridos en la misma. En el año de 1847, la Academia Literaria, fue elevada al rango de Universidad, mediante acuerdo emitido por el presidente Juan Lindo, creando el claustro y aprobando sus estatutos. En la iglesia de San Francisco de Tegucigalpa, se inauguró el 19 de septiembre de 1847 de manera muy solemne, la Universidad de Honduras…4
En su interesante estudio, el historiador Nelson Reyes nos dice que en la universidad se impartieron clases de derecho civil, filosofía, letras, física y teología y los graduados en ese lapso se dividieron entre Canonistas y Bachilleres en Leyes5
Por su parte Víctor Cruz nos relata que la situación financiera de la nueva institución fue muy precaria.
A los pocos años de haber sido constituida la Universidad, la misma se vio acosada por serios problemas económicos, ya que las rentas que le fueron asignadas, no le permitían cubrir todas sus necesidades al grado tal que el Rector, el Tesorero y los directores de Estudios se vieron obligados a servir sus respectivos cargos ad honorem. Ante esta situación alarmante, el Gobierno del doctor Juan Lindo…procedió en 1848, a través de varios decretos oficiales, a dictar medidas tendientes a la obtención de recursos financieros. Aunque algunas de estas medidas no fueron más que paliativos, puesto que algunos de sus problemas continuaron…6
Si bien el impulso y fundación de la universidad de Honduras es el mayor legado tangible del Padre Reyes a la juventud y sociedad hondureña en general, deben destacarse también al menos tres aspectos que considero relevantes al momento de valorar su legado.
En primer lugar, su posicionamiento en favor del derecho de la mujer para acceder a la educación que defiende paladinamente en su ensayo publicado bajo el seudónimo de “Sofía Seyers” en 1840.
Esta postura lo ubica como pionero en la lucha por la equidad de género en Honduras.
De su biografía escrita por Rosa, extraigo el siguiente fragmento:
No pido tanto como las mujeres parisienses. No me quejo de que en el siglo de las democracias se tolere la aristocracia varonil, ni de que, abolida la esclavitud, esa aberración tan depresiva de la especie humana, no se haya emancipado la mujer, quedando ella sola esclava en medio de tanta libertad…no veo razón suficiente para que se dé a los varones el privilegio exclusivo de optar por los empleos, de dictar las leyes y de gobernar a los dos sexos; aunque podría esperarse tal vez, que sería mejor la suerte del género humano dependiendo de la mujer que dependiendo de los hombres, de los que tenemos experiencia que han trastornado y desfigurado el mundo moral, de tal manera que no es ya aquel que el criador destinara para la raza humana…Con un corazón de madre sería más propicia a la humanidad que muchos que se llaman padres de los pueblos. Reclamo únicamente la igualdad de educación…Piénsese, además, en la utilidad y ventajas que reportarían los varones de la ilustración de las mujeres. La primera edad de los niños toda es de las madres…Qué diferencia pues, entre un niño cuya madre no le da más que lo que tiene, es decir, preocupaciones vulgares…a otra que logre tener a una madre maestra que sepa formarle el gusto por la ciencia y por la virtud?...7
Finalmente quiero destacar una peculiar faceta y a la vez legado de reyes como Impulsor de la poesía, la música, el teatro y la crítica social.
La historiadora Marcia Gamboa de la Universidad de Costa Rica, en un interesante estudio sobre la obra teatral de Reyes a partir de sus pastorelas, sugiere que buscaba la crítica de las conductas políticas y sociales a través de parlamentos religiosos y en apariencia inocentes. Según esta académica, el hablante está interesado porque todos, pero en especial la juventud, se dediquen a cultivar el intelecto y el espíritu, para que de esta forma no se preste atención únicamente a lo material y terrenal. Existe toda una propuesta, un llamado a volver el interés hacia los valores éticos, religiosos, civiles y educativos. A través de sus 9 pastorelas (1830-1855) promovió estas manifestaciones artísticas que se representaban en época navideña8
En Rubenia se critican las relaciones de poder, pero además muchas prácticas que se encontraban arraigadas en la sociedad hondureña. También podemos afirmar que en estos cortos dramas existe una inversión de lo que sucede en la realidad, pues los papeles más importantes son de los personajes humildes y sencillos, mientras que, en el caso de Rubenia, los representantes de la clase dominante no son tan tomados en cuenta, al punto que los parlamentos y el protagonismo que tienen es sumamente corto. En el caso de esta obra, la élite y los intereses de la élite están plasmados en las actitudes y diálogos de los porteros, que se muestran inhumanos e incomprensivos ante los menesteres de José y María. Es por todo lo anterior que podemos afirmar que en la obra de José Trinidad Reyes existe un proceso triple de encubrimiento; por un lado el discurso político que se encuentra solapado…9
Finalmente podemos concordar y concluir con Ramón Rosa quien al final de su obra realiza esta última y sintética valoración del legado del Padre Reyes:
“Trató de ser un buen sacerdote, poeta bucólico, y propagador de ciencias y letras. Dados los tiempos y medios de los que dispuso, cumplió dignamente su misión”
Fuentes consultadas
1. Cruz-Reyes, Víctor C. Reseña Histórica de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras Revista Historia de la Educación Latinoamericana, vol. 7, 2005, pp. 39-50 Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia Boyacá, Colombia.
2. Gamboa, Marcia: Las pastorelas de José Trinidad Reyes en el contexto independentista centroamericano, Bogotá, JALLA, 2006.
3. Reyes, Nelson: El antiguo convento de San Francisco de Tegucigalpa desde la perspectiva de la geografía histórica, Tegucigalpa, inédito, 2014.
4. Ramón Rosa: A la juventud, su amigo. Biografía de José Trinidad Reyes, Tegucigalpa, 1891.
5. Zelaya, Oscar: La fundación del Colegio Tridentino de Comayagua (1679) y la Sociedad del Genio Emprendedor y del Buen Gusto (1846). En “Paraninfo”, No. 16, diciembre de 1999.
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