La educación y fronteras que limitan

Por Elean Gamaliel Chicas Hernández       

Alumno del Departamento de Estado de EE UU y estudiante de Microbiología Clínica de la UNAH

Si bien es cierto, a nivel territorial la implementación de las fronteras tiene el objetivo de limitar o separar diferentes culturas, sistemas políticos, ideologías, lenguajes y cada una de aquellas peculiares características que hacen que cada nación tenga una identidad única al implementar sus propias leyes, su propio sistema de gobierno, modelos económicos, sistemas de producción y la implementación de la democracia.

En lo que respecta a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se plantea como enfoque principal mantener la paz y la seguridad entre las naciones a través de fomentar las relaciones y velando por el cumplimiento de los derechos humanos entablados en su carta fundamental; derechos a tener un lugar seguro para vivir, a la salud, relaciones sociales, libertad de opinión y a la educación.

Ahora bien, las diferencias de las clases sociales, de la ubicación geográfica y los límites económicos han impulsado la creación de fronteras notables entre los derechos humanos fundamentales de la ONU, ya sea entre los países del mundo, de la región e incluso a lo interno de un propio territorio.

El desplazamiento forzado, la violencia y la pobreza han influido en ampliar estas fronteras en términos de desigualdades sociales que no permiten a las personas poseer una calidad de vida digna, a un hogar, acceso a la educación y a los servicios de salud encontrándose en situaciones de plena vulnerabilidad.

En lo que a la educación respecta, este derecho continúa siendo muy lejano para los niños y niñas de grupos marginalizados como aquellos que poseen alguna discapacidad, los que pertenecen a grupos indígenas y aquellos que viven en extrema pobreza.

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Se ha presentado evidencia de que los niños provenientes de niveles socioeconómicos más bajos y otros grupos desfavorecidos están sufriendo mayores pérdidas de aprendizaje y en concordancia con reportes de Unicef. “Cerca de 303 millones de niños y jóvenes de entre 5 y 17 años de edad en relación 1-5 no asisten a la escuela en todo el mundo” y que 2/3 de los niños que se encuentran en la edad escolar no tienen acceso a internet en sus hogares. Lo que representaría otra brecha fronteriza a la tecnología moderna influyendo en su presente y futuro académico. En concordancia con un reporte de la Unesco de 2020 que describe que 800 millones de niños en el mundo no pueden acceder a una computadora, ¿podrían estas fronteras educativas ser solucionadas? ¿Qué medidas podrían implementarse?

Otros estudios de organismos internacionales indican que la ausencia de educación en los niños y niñas tienen grandes impactos, primero en su calidad de vida, luego con su papel en la sociedad, en el desarrollo económico y político de sus países. Esto, debido a que en la mayoría de ocasiones la privación del derecho a la educación puede abarcar muchas generaciones futuras, contribuyendo también al estancamiento y fortalecimiento de la pobreza y de las deficientes formas de vivir.

La educación favorece a que los niños, jóvenes y adultos puedan ser partícipes activos en las decisiones que les afectan, ya que al empoderarse cognitivamente les permitirá fortalecer sus ideas, capacidades y talentos, permitiendo así un mejor desarrollo individual y social, pero ¿qué les espera a aquellos grupos que se encuentran separados de la educación?

Por lo que si los niños no adquieren habilidades educativas sólidas, es poco probable que adquieran las aptitudes técnicas necesarias para desarrollarse y prosperar en el ámbito laboral que cada vez es más exigente en una sociedad cada día más compleja.

Tomando la migración como otro constructor de fronteras educativas, un reporte de las Naciones describe que 65 millones de personas son desplazadas a la fuerza, siendo estos más del 50% menores de edad donde se les ha negado la educación y la protección internacional por el establecimiento de fronteras como el idioma, raza y nacionalidad. Solo en el 2020 hubo 281 millones de migrantes internacionales y cada año alrededor de 20 millones de personas son desplazadas por desastres naturales y el incremento drástico del cambio climático, donde los países más industrializados dañan la atmósfera con sus emisiones de efecto invernadero condenando la calidad de vida los habitantes de las regiones más pobres.

Por lo que se debe efectuar un trabajo colaborativo donde se les reconozca este derecho fundamental de la educación a todos los niños sin importar su raza, nacionalidad o condición económica, al implementar una integración e inclusión social que brinde el acceso educativo de calidad de manera equitativa en pro de la no discriminación y desigualdad donde los maestros traten a los refugiados como a los residentes, iniciando por la enseñanza del idioma, resaltando que la “educación es clave para la integración, inclusión y una salida para la pobreza de nuestros países ”.

Para concluir, es fundamental que los gobiernos locales, organismos internacionales, instituciones privadas, maestros, universidades y estudiantes universitarios unamos fuerzas y nos comprometamos con las comunidades más vulnerables a sus derechos fundamentales y podamos implementar nuevas herramientas metodológicas que permita crear y fortalecer las redes de educación que se encuentran debilitadas y que podamos fomentar en nuestra sociedad esa pasión por aprender y diluir estas fronteras educativas para favorecer a contribuir futuros próspero en nuestros pobladores, porque como decía Malala Yousafzai: “Un libro, un lápiz, un niño y un profesor pueden cambiar al mundo”.

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