Máster Jesús de las Heras, Dirección de Cultura/Presencia Universitaria
Los hechos turbulentos que acontecieron a inicios de la segunda década del siglo XIX podían ser presagiados por personas de la talla de José Cecilio del Valle; era claro que el arribo de las ideologías liberales de Europa y en especial de España y Francia, pronto tuvieron acogida en suelo americano acrecentando un sentido emancipador y posteriormente independentista que culminó en la firma del Acta de Independencia de Centroamérica, un sábado por la mañana el 15 de septiembre de 1821.
Sin embargo, ¿cómo fue que de la independencia pasamos, en tan corto tiempo, a una anexión con el Imperio Mexicano de Agustín Iturbide? y, ¿cuáles fueron las repercusiones de dicha anexión para la sociedad centroamericana?
La historia ha esclarecido que el proceso previo a la independencia fue acompañado de ideas que iniciaron la división de la sociedad centroamericana entre liberales y conservadores, con defensores y detractores del régimen monárquico imperante durante tres siglos. Aprovechando esta situación, las aspiraciones de cambio político se dejaron sentir más poderosamente en ciudades que tenían beneficios comerciales y abogaban por reivindicaciones frente a reglamentos monopolistas que limitaban su accionar; en tanto que las ciudades que habían sido beneficiarias de la administración de posesiones y rentas en favor de la corona, necesitaban continuar dirigiendo la administración pública (fuera en favor de España u otra nación) con el fin de mantener sus privilegios político-administrativos.
En tal sentido, ciudades centroamericanas como San Salvador, Santa Ana y San Miguel dedicadas a la producción añilera, Tegucigalpa (minera), los puertos de Omoa, Trujillo, Granada (enfocadas en el comercio portuario marítimo y lacustre) tenían aspiraciones fijadas en el proceso de independencia con el fin de acrecentar su propio beneficio. En contraparte, ciudades como Ciudad Real (Chiapas), Santiago de Guatemala, Comayagua o León eran centros administrativos.
Propuesta de medallón escultórico asociado a José Cecilio del Valle, colección Jesús De Las Heras.
Las ciudades centroamericanas estaban divididas según su vinculación a la producción comercial o administración; siendo estas últimas las que apuraron el proceso de unión centroamericana al naciente Imperio Mexicano del General Agustín Iturbide o Agustín primero durante el breve período comprendido entre el 5 de enero de 1822 y el 1 de julio de 1823.
Al revisar la abundante y valiosa bibliografía en torno al proceso de anexión y ruptura al imperio mexicano, se registran entre sus consecuencias que la región no solo perdió soberanía política, sino también los territorios de Chiapas que históricamente constituía parte de la unidad étnica del pueblo maya y por ende, centroamericano. Posteriormente a la independencia absoluta no se vieron beneficiados dentro del gobierno mexicano; constituyen hasta el presente una de las áreas con mayor marginación y baja escolaridad.
El primero de julio de 1823 las provincias de Centroamérica se declararon “libres e independientes de la antigua España, de México y de cualquier otra potencia”, dando paso a la búsqueda de un gobierno que restituyera la unidad centroamericana. En México se publicó, el 4 de julio de 1823 en el diario El Sol, que José del Valle había sido electo para representar el Congreso Constituyente de Guatemala.
Ya en suelo hondureño, Comayagua pasó a ser capital del Estado de Honduras durante la Federación Centroamericana, hecho que le permitió continuar gozando de privilegios político-administrativos con posterioridad a la ruptura de la anexión de Centroamérica a México. Sin embargo, el desgaste político administrativo entre ciudades ocasionó tensiones con Tegucigalpa dando inicio al éxodo de familias y capitales importantes desde Comayagua hacia el occidente de Honduras (a los Llanos de Santa Rosa en Copán).
La historia a partir de este momento nos pasa cuenta de casi medio siglo de intrigas políticas articuladas por partidarios de las ideologías enfrentadas: liberales y conservadores hasta el advenimiento de la Reforma Liberal.
Para la UNAH, la revisión de nuestra historia bicentenaria permite el análisis con visón critica desde la academia superior, con el fin de que los hechos históricos puedan ser desmitificados, revalorizados y servir como ejemplos para nuestra historia nacional y regional centroamericana de cara al futuro; destacándose lecciones para la posteridad impulsadas por personajes modeladores de la sociedad como José Cecilio del Valle hace dos siglos.
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