Por el doctor Óscar Meza Palma, docente de UNAH Campus Comayagua
Más de dos siglos de una narrativa que se resume en que un 21 de septiembre de 1821 concluyeron con la firma de un acta: tres siglos de tiranía monárquica y de una casta criolla engreída, que nos gobernó bruscamente bajo un modelo impregnado de esclavitud y feudalismo. Pero desde esa tal acta, ya somos un país libre, soberano e independiente, por tanto sin las cadenas que frenaban el bienestar de los nacidos en esas tierras descritas por Guillermo Anderson y Moisés Canelo. Cada año acudimos a celebrar el hecho histórico de haber superado tres siglos de despojos, dejando atrás una tiranía avasallante y empobrecedora.
Pero, ¿Qué celebramos realmente? Si somos objetivos, 203 años después mantenemos una pobreza indigna que supera el 72% del pueblo catracho, casi el 20% de hijos de la patria ha escapado de la pobreza externa migrando a USA y Europa. En el intento, decenas de miles de hijos de Morazán murieron o son esclavizados o prostituidos por bandas de Sinaloa, una élite política obscena, 100 veces peor que la argolla de Iturbide... en fin.
La lista de adversidades y brechas humanitarias y de vergüenza internacional es grande. Aquí lo dejaría para solo recordar que en el contexto educativo, países con democracias más exitosas han logrado sembrar en los procesos formativos el sentimiento de que la patria real no son banderas de tafetán luminoso o imágenes colgadas en guirnaldas y escudos impresos por miles que se venden en la calle o políticos que los regalan durante estas fechas. Sin demeritar toda esa simbología, el sistema educativo y luego el sistema político de tales países priorizan que la patria son la gente que nacemos aquí y son los ecosistemas de bosques, ríos, lagos que nos rodean.
La distinción es enorme porque para tales sociedades la pobreza extrema, la criminalidad, la vulnerabilidad ambiental, la migración forzada son entendidas como una patria enferma que se está muriendo.
Entonces surgen no escasamente muchas fuerzas sociales, políticas, que luchan por erradicar esos flagelos que solo terminan en escenarios caníbales como Haití (haitianización). Y cuando lo logran, porque sí se pueden mostrar varios ejemplos de países antes caóticos que emergieron hacia la prosperidad, entonces en tales escenarios, sale la sociedad a celebrar cada año una patria mejor.
De ese modo sí es orgullo patrio ver flamear esas banderas brillosas e inquietas por el viento, de una patria cada vez más justa, más próspera. En este sentido, pienso que todos aquí podemos hacer patria, desde la educación puede hacerse mucho, gente como Shin Fujiyama hace mucha patria.
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