Kathia Rivera: Un Sueño Hecho Música

Escrito por: MSc. Maricela Alvarado
Enlace Estratégico de Comunicación
Departamento de Arte-UNAH

En un rincón de nuestro país, donde las melodías susurran historias que pocos se atreven a contar, nace el relato de una niña, joven, y ahora mujer que, tocada por una sensibilidad artística singular, decidió embarcarse en un sueño. Pero no cualquier sueño, sino uno que requeriría de ella una entrega absoluta: largas horas de práctica, mucha dedicación, y un espíritu inquebrantable que la llevaría a derramar, en ocasiones, lágrimas. Así comienza la historia de Kathia Hazael Rivera Cruz.

Desde muy temprana edad, la música despertó algo profundo en Kathia. Esa chispa llevó a su madre a inscribirla en cursos libres, lo que la condujo al Conservatorio Nacional Ramón Díaz Zelaya. Aunque al principio soñaba con el piano, fue el violín el que terminó conquistando su corazón. Con el tiempo, exploró diversos instrumentos, guitarra clásica, chelo, trompeta, corno, fagot, pero siempre volvía al violín, que se convirtió en su refugio durante los momentos difíciles y en su fiel compañero, tanto bajo la guía de maestros como en su propio camino autodidacta.

Con la dirección del maestro Franklin Rodríguez en el Conservatorio, y más tarde con la maestra Rebeca Argüelles en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, Kathia no solo cultivó su talento, sino que encontró en el violín una luz que la llevó a través de las sombras y los rayos de sol de su vida. A pesar de las pruebas más duras, como la pérdida de su madre en un momento crucial, se mantuvo firme. Decidió quedarse en Honduras, donde encontró una nueva misión en la docencia, transmitiendo su pasión y conocimiento a las nuevas generaciones en el Conservatorio Nacional. La orquesta se convirtió en su segunda escuela, un lugar donde no solo perfeccionó su talento, sino también desarrolló habilidades que la convirtieron en líder, organizadora y gestora.

A los 31 años, ya madre de dos hijos, decidió retomar sus estudios en la UNAH, demostrando que nunca es tarde para perseguir los sueños. Su paso por la Carrera de Música no solo fue un periodo de crecimiento personal, sino también una experiencia invaluable para su labor educativa, donde ha aplicado con empatía y dedicación todo lo aprendido.

Hoy, en su recital de graduación, nos regala un repertorio que encapsula la profundidad de su recorrido: desde la "Passacaglia para violín solo" de Heinrich Ignaz Biber, hasta el "Primer movimiento del concierto para violín" de Ludwig Van Beethoven; pasando por la "Sonata N1. para violín solo" de Serguéi Prokófiev, y culminando con el conmovedor "Ave María" de Astor Piazzolla, acompañada por la maestra Asha Santwan en el piano.

Al ver el rostro de felicidad de sus familiares, las lágrimas de emoción de Kathia al finalizar su recital, y el orgullo reflejado en los ojos de sus maestros, quedó claro que este momento quedará grabado para siempre en la memoria y el corazón de todos los presentes. La conexión con el público, que respondió con aplausos sinceros a su ejecución, fue el broche de oro para un día inolvidable. Kathia, conmovida, seguramente pensó en su madre, quien, desde donde esté, debe sentirse orgullosa de lo que su hija ha logrado.

Este recital no solo demuestra el talento de la joven violinista, sino que también es una muestra de su perseverancia, su amor por la música y la profunda conexión que ha cultivado con su instrumento a lo largo de los años. Es un homenaje a todos quienes la han acompañado en este difícil pero gratificante camino, especialmente a su madre, quien la inició en este viaje y ahora la acompaña desde el cielo, y a ella misma, por nunca dejar de creer en su capacidad para seguir adelante.

No podíamos concluir con la entrevista sin hacerle una última pregunta:

Kathia, después de este recorrido lleno de desafíos y logros, ¿Qué papel cree que la música jugará en su vida en los años por venir, y cómo imagina que seguirá transformándose como persona y artista?

"Ahora mi misión es cultivarla por medio de la enseñanza. Más que lograr éxitos propios, quiero ayudar a pequeños estudiantes de música a alcanzar sus metas, motivándolos a estudiar y a ser excelentes en todo lo que hagan."

Su ejemplo nos demuestra que los sueños no tienen edad ni límite, solo requieren de pasión, dedicación y un espíritu perseverante. Su historia es un fiel recordatorio de que, con amor y esfuerzo, cualquier meta puede convertirse en realidad. Hoy celebramos su éxito, seguros de que la música seguirá siendo su guía y fortaleza en los años venideros. ¡Que este logro sea solo el preludio de una sinfonía de futuros éxitos!


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